La Policía reabre el caso de la desaparición de Juana Canal casi dos décadas después, descartando la posibilidad de que haya sido una desaparición voluntaria. Tras investigar con herramientas actuales pero con la perspectiva de 2003, los investigadores sospecharon de la pareja de Juana, Jesús Pradales, quien finalmente confesó su implicación en el caso. Sin embargo, no se pudo determinar con exactitud cómo la mató ni dónde ocurrió el desmembramiento de su cuerpo.
El juicio con jurado contra Jesús Pradales por la muerte de Juana Canal en 2003 continuó este viernes en la Audiencia Provincial de Madrid, luego de que el caso saliera a la luz 16 años más tarde, cuando se encontraron restos óseos de la víctima de manera accidental. Este hallazgo condujo a la reapertura del caso y a la posterior detención de Pradales en octubre de 2022. Tanto la Fiscalía como la acusación particular solicitan una condena de 15 años de prisión por homicidio, mientras que la defensa argumenta que se trató de un accidente.
Un joven que paseaba cerca de Navaluenga (Ávila) en 2019 descubrió un cráneo semienterrado y alertó a la Guardia Civil, señalando que el lugar no era de fácil acceso. Este hallazgo fue crucial para reabrir la investigación en 2022, la cual fue liderada por la Unidad de Delincuencia Violenta (UDEV).
El inspector a cargo del caso en 2003 mencionó que la investigación se reabrió con tecnología actual pero basándose en la información recopilada en aquel entonces. Aunque se determinó que Pradales fue responsable de la muerte de Juana Canal, no se pudo precisar los detalles sobre su asesinato ni la ubicación donde se desmembró su cuerpo, dada la cantidad de tiempo transcurrido. La clave para avanzar en la investigación fue el testimonio de una conocida de Juana, quien reveló que la víctima tenía problemas con su pareja.
Durante la investigación inicial en 2003, surgieron dudas sobre si Juana había desaparecido voluntariamente debido a su estilo de vida, pero las declaraciones recopiladas indicaban que era una buena madre y que había tenido problemas con el alcohol en el pasado, aunque tiempo antes del suceso. La sospecha recayó en la pareja de Juana, especialmente después de descubrir que él la había denunciado justo cuando desapareció y que su familia poseía una finca cercana al lugar donde se encontraron los restos de la víctima.
Tras considerar a Pradales como sospechoso, se intervino su teléfono y en las conversaciones se mostraba tranquilo. En una de las llamadas, su mujer le preguntó qué iban a hacer, a lo que él respondió con normalidad. Finalmente, tras recopilar suficientes pruebas, Pradales fue detenido y admitió inicialmente que encontró a Juana muerta en el baño de su vivienda, se desesperó, la desmembró en la bañera y trasladó los restos a Ávila. En una segunda declaración, confesó que la había matado durante una discusión, levantando el brazo y empujándola al suelo.
La actual esposa de Pradales defendió la inocencia de su esposo, asegurando que es una excelente persona y un buen padre para sus hijos. A pesar de una denuncia previa por maltrato que fue retirada, ella afirmó que nunca fue agredida por Pradales. Por su parte, el hijo de la presidenta de la comunidad de vecinos donde vivía Juana recordó haber oído discusiones violentas en esa vivienda, pero en aquel momento no se denunciaron.
En resumen, el caso de la desaparición y posterior muerte de Juana Canal ha sido reabierto con nuevas evidencias y testimonios, revelando detalles impactantes sobre lo ocurrido en 2003. La investigación continúa en curso, buscando esclarecer completamente los hechos y llevar a los responsables ante la justicia.