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Ismail L., de 18 años, pasó cinco meses escondido con su madre: «No sabíamos nada, es buen chico»
Los cinco meses de huida del pistolero fantasma que asesinó a Borja Villacís

Quizá fue inconsciencia. Quizá porque no tenía planeado que aquella mañana iba a terminar asesinando presuntamente a alguien. Pero el rastro en redes sociales de Ismail L., el marroquí de 18 años detenido el 6 de noviembre en Getafe por el crimen de Borja Villacís, ha sido fundamental para dar con su paradero. Se ocultaba en un sitio de lo más plausible, la casa de su madre, en la avenida de María Zambrano. Pero una confusión en la declaración de los testigos y amigos del hermano de la exvicealcaldesa condujo primero al arresto de un tocayo de este tercer imputado. Cinco meses y dos días después del tiroteo en un paraje del monte del Pardo, el Grupo V de Homicidios de Madrid abrochaba una de las investigaciones más peliagudas de los últimos tiempos.

La misma jornada en que, durante una cita a la que Borja, de 41 años, acudió para acompañar a su amigo David a zanjar unas rencillas con Kevin P., de 25, les tendieron una sangrienta emboscada, fue capturada la primera persona. Se trataba de María José E. J., de 52 años y madre de Kevin, quien conducía el BMW X2 en que acudieron ambos al descampado junto a la carretera y en el que, ahora sabemos, también viajaba Ismail. Los dos varones fueron los que, a juicio de los investigadores, dispararon con una escopeta de postas y un rifle sobre Borja y compañía. Uno de los amigos, Luis, acabó herido y no murió de milagro.
Cooperadora necesaria en el asesinato y la tentativa, huyó al volante y fue apresada dos horas después en una estación de servicio de la Plaza Elíptica. Los testigos y allegados a los dos tiroteados dieron los nombres de los pistoleros: Kevin y un marroquí joven al que conocían como «Ismael». Así lo corroboraron incluso en ese entorno a este diario en su momento. Al día siguiente, los agentes detenían al primero en una casa okupada en Yuncos (Toledo) y también engrilletaba a un joven cercano a él en el mismo lugar, Ismael E. I. V., de 24 años, al que horas después hubo que dejar en libertad.
Fue este último joven quien les dio la pista a los del Grupo V de Homicidios, al explicar que se debían de haber equivocado de Ismael y que, en realidad, se referían a Ismail L., que hacía tres meses que había cumplido los 18 años, del que aportó datos físicos y un posible apellido árabe.
Se trataba de un chaval que estudia aún en el distrito de Villaverde, hijo de un pescadero de Mercamadrid y que residía con su madre en Getafe, del que el padre, Mustapha, está divorciado, aunque tienen buena relación. «Mi hijo siempre ha sido un buen chaval. Está estudiando, nosotros no sabíamos nada de este asunto, él no nos lo había contado», explica, sorprendido por la acusación a la que se enfrenta, Mustapha a ABC. Ismail ya está en prisión, comunicada y sin fianza, acusado de asesinato e intento de asesinato.

Para dar con su paradero fue fundamental la huella digital. El Morito, como él mismo se hace llamar entre sus amigos, tiene una cuenta de Instagram y dos de Facebook, aunque permanecía poco activo en ellas. Pero ahí estaba y los agentes solicitaron a Meta, vía providencia judicial, el número de teléfono asociado a ellas. Aparecían detrás los padres. Así fue como la Policía Nacional, explican fuentes del caso, comenzó a tirar del hilo de los al menos dos domicilios en los que se podía esconder el joven: uno en Villaverde y otro en Getafe. Las ‘tronchas’ en torno a la avenida de María Zambrano del municipio sureño se multiplicaron. Unas vigilancias que, además, se veían entorpecidas porque el sospechoso siempre salía sin documentación; precisamente, para eso, para evitar ser descubierto en un control aleatorio.
Finalmente, el 6 de noviembre, a las 19.20, este varón, flaco, con mal aspecto y con antecedentes de cuando era menor de edad, era sorprendido por los funcionarios de Policía Judicial al abandonar el hogar materno. Unos metros más allá, en la calle de Isabel Allende, lo engrilletaron y fue trasladado al calabozo. Por consejo de su abogada, no ha reconocido los hechos que se le imputan.
El recorrido judicial que queda por delante es largo. Se prevén alrededor de dos años de instrucción en los que aún queda la posibilidad de que se produzca alguna detención más.
La disputa mortal que costó la vida a Villacís, Ultras Sur y neonazi, vino porque su amigo David había denunciado a Kevin tras quemarle el coche.

Además de la captura de Ismail L., la policía continúa investigando a fondo el crimen de Borja Villacís en busca de posibles cómplices y detalles que aclaren lo sucedido. La colaboración de los testigos y la huella digital han sido clave en el avance de la investigación, destacando la importancia de la tecnología en la resolución de casos criminales. Los familiares del joven detenido se muestran sorprendidos por las acusaciones y aseguran no tener conocimiento de los hechos. El proceso judicial que se avecina promete ser extenso y detallado, con la posibilidad de nuevas detenciones en el futuro.