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Explora los encantadores pueblos de Madrid en un fin de semana perfecto

Muy cerca de la ciudad de Madrid te proponemos visitar algunos pueblos con mucho encanto, ideales para una excursión o una escapada de fin de semana, para despedir el mes de septiembre y dar la bienvenida de lleno al otoño.

Patones de Arriba

Es un placer pasear por las pintorescas calles de uno de los pueblos con más encanto de la región disfrutando de la tradicional arquitectura negra de la sierra norte, sus rincones y paisajes de enorme belleza. Visitar los yacimientos arqueológicos, realizar una de las rutas y visitas guiada, o tras un día de espeleología o escalada, degustar una buena comida típica castellana.

Más información en https://www.patones.net/

La Hiruela

Desde hace siglos, un pueblo de casas de piedra, madera y adobe en un enclave privilegiado de la Sierra del Rincón, auténtica reserva de la naturaleza. Catalogado como Reserva de la Biosfera junto con Montejo de la Sierra, Prádena del Rincón, Horcajuelo y Puebla de la Sierra, permite realizar rutas a pie por increíbles sendas entre bosques, arroyos y dehesas, perderse por lugares únicos. No te pierdas sus fiestas tradicionales.

Más información en http://turismolahiruela.es/

Lozoyuela

En un entorno natural muy valioso inmejorable para rutas y excursiones, Lozoyuela, las Navas y Sieteiglesias, pueblos de aromas y sabores, también sobresalen por su patrimonio histórico y artístico en el que destaca la necrópolis medieval de Sieteiglesias, el puente romano y el del cura, las tres iglesias del siglo XVII, de San Nicolás de Bari, San Pedro apóstol y la Santa Cruz, la ermita igualmente del XVII.

Más información en http://www.turismolozoyuela.com/

Horcajo de la Sierra

Imprescindible en tu viaje ver la iglesia gótica de San Pedro in cathedra del siglo XV y su retablo del XVI. Horcajo y Aoslos ofrecen al viajero alojamientos rurales restaurados y rehabilitados en un impresionante paisaje natural en el que se desarrollan todo tipo de actividades y deportes al aire libre como turismo ecuestre, bici de montaña y cicloturismo, caza, pesca, esquí, escalada, puenting, micología o senderismo.

Más información en http://www.horcajodelasierra-aoslos.es/

Horcajuelo de la Sierra

Cuenta con un conjunto arquitectónico rural de enorme belleza y una privilegiada situación en la Sierra del Rincón. Tan imprescindible visitar la arquitectura de oficios -la fragua, el potro de herrar o las minas de plata a 1.500 metros de altura-, como la famosa iglesia barroca de San Nicolás de Bari o las visitas guiadas gratuitas por el museo etnológico, que muestra la forma de vida de los habitantes de esta sierra.

Más información en http://horcajuelodelasierra.es/

Puebla de la Sierra

En plena cadena montañosa el pequeño pueblo es el más aislado de la Reserva de la Biosfera. Merece la pena contemplar su riqueza natural caminando por la sendas de Puebla y alrededores o recorriéndolas en bici, la arquitectura popular de la zona, la ermita y la iglesia del siglo XVI y la fuente árabe. Pero sobre todo, pasear por el pueblo, un museo con 50 obras al aire libre llamado ‘valle de los sueños’.

Más información en

San Martín de Valdeiglesias

Un verdadero pulmón enológico situado en la Sierra Oeste de Madrid. Los vinos de San Martín de Valdeiglesias tienen su propia subdenominación dentro de la D.O. de Vinos de Madrid, por la gran calidad de sus caldos de cepas de uva garnacha (tinta) y albillo real (blanca).

Si eres un aficionado al enoturismo, tienes que venir aquí y disfrutar también de su paisaje y su patrimonio. Desde la Torre del Homenaje del histórico castillo de la Coracera contemplarás los picos de la Sierra de Gredos y los mantos de bosques que cubren la Sierra Oeste de Madrid. Pero aún hay más: los embalses de San Juan y de las Picadas son nuestros mares particulares donde disfrutar en las jornadas de verano. Sobre todo a principios de septiembre, cuando se celebran las fiestas patronales con una gran tradición taurina de corridas y becerradas.

Más información: San Martin de Valdeiglesias

Colmenar de Oreja

El Museo de Ulpiano Checa es el museo de este municipio, pequeño en superficie pero no en riqueza. Su Plaza Mayor es otro bonito ejemplo de arquitectura popular, donde podrás degustar una copa del buen vino de la Denominación de Origen Madrid, tras haber visitado sus bodegas centenarias. Te recomendamos disfrutar de los caldos en su Feria del Vino que se celebra en mayo, un mes magnífico para recorrer la Vía Verde del Tajuña de CiclaMadrid, habilitada para pasear en plena naturaleza con la familia. Y también en mayo se celebran sus pintorescas corridas de toros en la Plaza Mayor.

Para reponer fuerzas, «las pozas», bocadillo de pan candeal en el que la miga es sustituida por un picadillo de cebolla, tomate y escabeche, o, unas «patatas chulas», confitadas en aceite de oliva y aliñadas con ajo, perejil y un poco de vinagre. Esto y buen vino, y no hay nada más que decir.

Más información: Colmenar de Oreja

Navalcarnero

Estamos en pleno corazón vinícola de Madrid. Un paisaje de cerros y lomas cubiertos de viñas, bañados por los ríos Guadarrama y Alberche. Su Plaza de Segovia es otro de esos lugares de Madrid que no te esperas, por antigua y apacible, y por ser ideal para disfrutar del buen vino de Navalcarnero, D.O. de Madrid. El vino es aquí tan importante que tiene hasta su propio museo, su festival de Jazz y su Ruta de catas. Aquí se casó Felipe IV con Dª Mariana de Austria y para recordar tan ilustre acontecimiento se celebra el Real Mercado del Siglo de Oro, coincidiendo con las fiestas patronales, a finales de agosto.

Una ocasión perfecta para degustar platos como la «olla del segador», variante del célebre cocido madrileño, junto con una copa de buen vino. Sus cuevas, sus casas típicas, sus callejuelas medievales, sus plazas, sus edificios con trampantojos y su entorno natural, son un paraíso de descanso y relax.

Más información: Navalcarnero

Manzanares el Real

El castillo de Manzanares el Real nos recuerda los cuentos de princesas encantadas de nuestra infancia. Es el mejor conservado de nuestra Comunidad, totalmente musealizado. Visitarlo es hacer un viaje al mundo medieval y del Renacimiento. Manzanares el Real cuenta además con bosques, embalse y una montaña «mágica»: La Pedriza.

Forma parte del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, una de las joyas naturales de nuestra Comunidad. Por aquí discurre libre y con aguas cristalinas antes de adentrarse en nuestra capital. Como en muchos lugares de España, las auténticas fiestas de Manzanares se celebran en agosto, donde hay alegría y sobre todo buena comida. La clásica «caldereta de cabrito», carnes, asados y cocidos, son los platos estrella que se pueden degustar en los restaurantes de la localidad, platos que harán las delicias de los paladares más exquisitos.

Más información: Manzanares el Real

Nuevo Baztán

Una mañana, allá por 1700, Juan de Goyeneche y Gastón, un político navarro afincado en Madrid, tuvo claro que aquí iba a fundar una fábrica de vidrio y una población para sus artesanos. Y así lo hizo. Nuevo Baztán es un ejemplo único de villa de la Ilustración. Una población de nueva planta, con un monumental palacio-iglesia barroco y su singular casco histórico. Un impresionante conjunto arquitectónico diseñado por Churriguera. Todo nacido del sueño y ambición de un hombre ilustrado que quería cambiar España. Conoce su fascinante obra en el interesante Centro de Interpretación.

Nuevo Baztán es un rinconcito de Navarra en nuestra Comunidad por los orígenes de su fundador y por ello tiene su propia Javierada, versión madrileña de la tradicional marcha al castillo que se celebra en toda Navarra el segundo fin de semana de marzo. Aquí también tienen sus propios vinos, que han recibido varios galardones, con los que acompañar las especialidades en asados de su rica oferta gastronómica.

Más información: Nuevo Baztán

Torrelaguna

Aquí nacieron el Cardenal Cisneros, Santa María de la Cabeza y vivió San Isidro Labrador, y su casco histórico está a la altura de tan ilustres personajes. El Cardenal Cisneros no reparó en gastos para engrandecer la Villa. Destaca la iglesia de Santa María Magdalena, ejemplo de la arquitectura gótica madrileña, el Pósito, el Hospital de San Bartolomé y el Convento de Franciscanos de la Madre de Dios. El Corpus Christi ha recuperado la importancia de hace tiempo y los vecinos decoran con flores y altares los barrios y calles para el paso del Santísimo.

Aquí Cary Grant vivió su Orgullo y Pasión con Sofía Loren, y Frank Sinatra fue testigo de ello, porque Torrelaguna ha sido y es escenario de múltiples películas. Tras un buen cocido en puchero de barro, se puede pasear por el entorno natural del Valle Medio del Jarama: un paisaje con un rico patrimonio hidráulico por haber sido la primera sede del Canal de Isabel II.

Más información: Torrelaguna

Villarejo de Salvanés

Contemplando la impresionante figura de la Torre del Homenaje, podemos imaginarnos cuán grandioso debió de ser el castillo de Villarejo de Salvanés. Construido a partir de una antigua atalaya musulmana, tuvo la misión de servir de defensa ante los ataques árabes y, con este cometido, fue la pieza básica de control militar de la Orden de Santiago.

En Villarejo instaló su residencia el comendador de esta Orden. Puedes conocer la importancia de su historia en la Casa de la Tercia y en el interesante Centro de Interpretación que se halla en el interior de la Torre del Homenaje. Desde su alto podrás contemplar las espectaculares vistas sobre la Alcarria Madrileña: un paisaje de olivos y encinares bañados por los arroyos del Tajo. Existe también en Villarejo una sorprendente colección de maquinaria y objetos relacionados con el cine. Sus fiestas patronales son en octubre, pero en los últimos años Villarejo ha cobrado fama por su divertida fiesta de Halloween y Todos los Santos, en la que todo el pueblo se tematiza para la ocasión, incluso con un «pasaje del terror». Por lo que a gastronomía se refiere, Villarejo se ha especializado en una tradición muy nuestra: «el tapeo». Porque los grandes paladares demandan pequeños placeres.

Más información: Villarejo de Salvanés

Buitrago del Lozoya

En el Valle Medio del Lozoya, se alza Buitrago sobre un promontorio circundado por el río Lozoya del que toma parte de su nombre, barrera natural para una población que se sitúa a los pies del puerto de Somosierra y a unos 75 km al norte de la ciudad de Madrid. Destaca por la muralla medieval tan musulmana como castellana y cristiana, que rodea su casco histórico y es a su vez rodeada por el río Lozoya. Su Castillo o Alcázar junto a la Iglesia de Santa María del Castillo, la Torre del Reloj y la muralla confieren un aire medieval a este municipio, que presume de una agenda cultural tan activa que tiene propuestas para las cuatro estaciones.

Buitrago del Lozoya es uno de los municipios más pintorescos de la Comunidad de Madrid. Por su recinto amurallado, bien conservado y rodeado por el río del que toma su nombre, ha sido la elegida por la Guía Repsol para representar a la región en un concurso convocado por la Guía Repsol en el que compiten 17 municipios turísticos (uno por cada comunidad autónoma) por alzarse con el título de Mejor Rincón 2015. Esta villa fue declarada en 1993 Conjunto Histórico-Artístico y Bien de Interés Cultural, gracias a su espectacular recinto amurallado de origen árabe, el mejor conservado de la Comunidad de Madrid. Desde la Edad Media, Buitrago ha tenido gran importancia estratégica como nudo de comunicaciones, por lo que sus población ha ido siempre en aumento pero también, como consecuencia de su localización, ha sufrido diversos enfrentamientos en su territorio, como el paso de las tropas napoleónicas en 1808 que provocó un colapso poblacional y económico del que Buitrago tardó muchas décadas en recuperarse o la Guerra Civil Española, con la localización del frente de Somosierra a apenas un par de kilómetros del municipio.

En definitiva, la privilegiada situación geográfica de Buitrago del Lozoya, situado en el camino que comunica las dos mesetas, es el principal motivo que nos invita a creer en su poblamiento ya desde tiempos prehistóricos. Las primeras referencias históricas fiables de Buitrago se remontan a finales del siglo XI, cuando la comarca fue reconquistada por las tropas del rey castellano Alfonso VI que ordenó su repoblación. Un paseo por el casco histórico Comienza el paseo en la plaza de la Constitución, conocida popularmente como plaza de la Bellota, caminamos hacia el puente del Arrabal o puente Viejo (siglo XIV-XV) que permite disfrutar de una bella panorámica del lado oeste del recinto amurallado. Seguiremos nuestro camino por el arco del Piloncillo y continuamos callejeando hasta llegar al Jardín Medieval, desde el cual podemos acceder al adarve de la muralla. De nuevo, las vistas sorprenden: contemplamos desde aquí los Canchos, paraje situado al otro lado del río Lozoya, que nos acompaña en su curso, protegiendo la villa, hasta llegar a la plaza del Castillo. El Castillo de Buitrago de Lozoya residencia del Marqués de Santillana y su familia, se alza ahora frente a nosotros (ilustres invitados del castillo fueron Juana la Beltraneja o reyes como Juan II y Felipe III). Desde este lugar se contempla la Coracha, apéndice de la muralla que se adentra en el río para fortificar la villa en un punto particularmente vulnerable. El castillo o alcázar está ligado a la familia Mendoza, de la que pasó a depender la villa en el siglo XIV. La construcción que ha llegado hasta nuestros días data de ese siglo o del siguiente, cuando se convirtió en residencia del Marqués de Santillana y su familia, futuros duques del Infantado. En él residieron la reina Juana de Portugal y su hija Juana la Beltraneja, que aspiraba al trono de Castilla-León (sobre el que por cierto versan las visitas teatralizadas). Además ha acogido a reyes invitados por los Mendoza, como Juan II o Felipe III. Adosado al extremo sureste de la muralla de la villa, su construcción en ladrillo y mampostería es propia de la arquitectura mudéjar. Tiene forma casi cuadrada y estaba fortificado por siete torres, cada una de ellas con una estructura diferente, siendo una de ellas de planta pentagonal Desde el Castillo se podía pasar por un puente que atravesaba las aguas del Lozoya a la finca del Bosque, donde el duque del Infantado levantó a finales del siglo XVI un conjunto palaciego llamado la Casa del Bosque. Sufrió un deterioro considerable durante los siglos XIX y XX, por lo que apenas queda nada de