Aunque han transcurrido más de cinco años, nadie en los pasillos de Cibeles olvida el frenesí de aquella madrugada del 15 de junio. Hubo nervios y tensión extrema ante la incertidumbre de una investidura que Almeida no dio por amarrada casi hasta que se vio apretando el bastón de mando, recibido de manos de Manuela Carmena, vencedora en las urnas, pero víctima colateral del pacto entre el PP, Ciudadanos y Vox. De aquellos acuerdos entre quien hoy sigue siendo alcalde, Begoña Villacís y Javier Ortega Smith.Los supervivientes hoy de ese primer Ejecutivo de Almeida, que son la mayoría, no olvidan aquellas afiladas negociaciones con el portavoz municipal de Vox. Ortega Smith compartía con el hoy alcalde su voluntad de borrar del mapa el Madrid Central que Carmena había implantado en el otoño de 2018. «Creemos que la medida conocida como Madrid Central ha perjudicado a los madrileños, al comercio y no ha mejorado la calidad del aire. Por eso, acabaremos con Madrid Central», rezaba el texto de aquel programa del PP. Así que, con ese horizonte, los cuatro concejales de Vox votaron a favor de aquella primera investidura de Almeida.Pero en la política, como en tantos otros capítulos de la vida, las palabras se las lleva el viento. Tras un revés judicial (similar al de ayer), Almeida optó por transformar aquel heredado Madrid Central en su Madrid 360. Una apuesta medioambiental que, evidentemente, acabó por romper la soga que aún sostenía un vínculo con Ortega ya desgastado.
De hecho, la Ordenanza de Movilidad Sostenible, que contiene la regulación de las Zonas de Bajas Emisiones, fue aprobada el 13 de septiembre de 2021 con los cuatro votos a favor del polémico Grupo Mixto (Marta Higueras, Luis Cueto, José Manuel Calvo y Felipe Llamas), formado por concejales escindidos de Más Madrid, y considerado ilegal por el Tribunal Supremo el pasado mes de abril. Una situación que acabó por hacer añicos cualquier comunicación entre ambos. Mucho más, cuando los presupuestos de 2022 fueron aprobados con el OK de ese mismo grupo.La línea roja de OrtegaHace justo dos años, en el Pleno municipal de septiembre, Ortega lanzó un órdago a Almeida, incapaz de encontrar apoyos para sostener los últimos presupuestos de la legislatura. «O se quitan restricciones y multas a vehículos etiqueta A e industriales o nada», fue su última palabra con respecto a un asunto que resultó capital para Vox durante la pasada campaña electoral. Hubo que prorrogar las cuentas, claro está.Mientras la Justicia seguía su curso, tras el recurso interpuesto por la formación de Vox, hoy intrascendente en las decisiones municipales tras la mayoría absoluta del PP, Almeida ha ido sacando pecho por los réditos de una política medioambiental que le ha llevado a cumplir con la directiva europea de calidad del aire por dos veces. A arrancar los dos últimos años con esa bandera producto de las restricciones al tráfico en algunas zonas de la ciudad como Plaza Elíptica o el distrito Centro.Almeida, tras cumplir la directiva europea del aire.EFE«Se ha aplicado el Madrid Central con una contundencia y un rigor inusual», lamentaba ayer Ortega Smith, al tiempo que celebraba la sentencia del TSJ de Madrid, que tumbaba provisionalmente esos espacios restringidos a la movilidad. Y en el Ayuntamiento, Carabante, una de las manos (derecha o izquierda) de Almeida, se mantenía firme en sus convicciones pese al sopapo judicial: «Madrid 360 es un modelo de éxito porque nos ha permitido cumplir la directiva europea de calidad del aire desde 2022. No hay duda de que ha mejorado».El caso es que Madrid Central, travestido en Madrid 360, volvió ayer a atormentar a Almeida. Lo hizo cinco años después de aquellas promesas de derogación que le catapultaron hasta el despacho principal del Palacio de Cibeles. A veces, el pasado vuelve.