Las calles del ensanche decimonónico de Madrid, desde el barrio de Salamanca hasta el de Chamberí, suelen ocupar un lugar menor en el callejero que el cronista Pedro de Répide publicó en prensa hace un siglo: nos sorprende ahora saber que, hace relativamente tan poco tiempo, muchas de ellas apenas estaban entonces urbanizadas ni tenían edificios reseñables, y menos una historia que contar de su pasado. Es el caso de Rodríguez San Pedro, una vía importante que lleva de la calle de San Bernardo a la de la Princesa. Pero en el callejero de Répide encontramos ya unos cuantos datos, y en la historia madrileña de este centenar de años hay bastantes más, entre otros los relacionados con los de un vecino muy famoso, y también polémico en la historia contemporánea de nuestra ciudad, como fue Pablo Neruda, que compartió casa con Severo Ochoa.
La historia de Rodríguez San Pedro
Lo que nos contaba Répide en aquellos años 20 es que la calle «llamóse primeramente de San Rafael, cuando no existía en ella más que una casa entre la calle de San Bernardo y el barranco de Vallehermoso». Y añadía el cronista de la villa: «La nivelación de esta vía es obra reciente, pues su trazado ha estado mucho tiempo interrumpido por la barrancada de que antes se hace mención. A su entrada, ha tenido durante muchos años el obstáculo de una valla de la Hidráulica de Santillana, que ha desaparecido hace poco tiempo, dejando ya perfecta la alineación de la calle».
Nos aclaraba luego el cronista el origen del nombre de esta vía, que como el de tantas otras no dice nada a los madrileños de hoy: «Don Faustino Rodríguez San Pedro, longevo político asturiano, que disfruta en Madrid una calle tan dilatada como su existencia y como sus piezas oratorias, fue una vez alcalde de esta villa, y a eso sin duda obedece que figure su nombre en el callejero de la capital».
La Casa de las Flores
Hasta ahí, el testimonio de Répide, al que podemos añadir la ya antigua importancia hospitalaria de la primera manzana de Rodríguez San Pedro, entre San Bernardo y el parquecito del Conde del Valle de Suchil, donde se encuentran hoy, a un lado, el Hospital Universitario de Madrid, primer establecimiento de la cadena HM Hospitales, y en el de enfrente la Mutua Colaboradora La Fraternidad (Mutrespa).
Ya metidos en esta calle, lo más notable de su historia se remonta a los años 30 y a uno de los últimos edificios de su recorrido, en la esquina con Hilarión Eslava, ya casi en Princesa, donde residieron al mismo tiempo dos personajes de relieve universal como fueron Neruda y Ochoa. El edificio es conocido como Casa de las Flores y lo construyó entre 1930 y 1932 el gran arquitecto Secundino Zuazo. En 1981, el entonces alcalde, Enrique Tierno Galván, inauguró una lápida escultórica de bronce en esta casa, recordando la estancia allí de Neruda, que, como nos dicen textos más recientes, «convirtió este lugar en polo de un eje literario y cultural cuyo extremo opuesto llegaba hasta la Residencia de Estudiantes de los altos de la Castellana». En la lápida figura esta frase que escribió Neruda: «Mi casa se llamaba la Casa de las Flores».
Neruda fue cónsul general de Chile en Madrid, y su actuación tras el inicio de la Guerra Civil fue discutida desde ámbitos de la derecha por hechos como la negativa de entregar un salvoconducto a un notable periodista falangista, nacido en Chile y refugiado en la embajada de ese país, que pretendía salir de la ciudad, donde su vida estaba amenazada por los milicianos de izquierdas. Finalmente, el embajador chileno, Carlos Morla Lynch, aprovechó un viaje de Neruda fuera de Madrid para dar ese salvoconducto al periodista.
La importancia de la arquitectura
Años más tarde, en el acto inaugural de la lápida, estuvieron presentes entre otros, Rafael Alberti, María Paz Ballesteros, Luis Rosales, Félix Grande y José Luis Gómez.
Esta histórica casa, bombardeada durante la guerra civil, fue también el primer hogar madrileño, entre 1931 y 1936, de Severo Ochoa, premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1959. Empezaba entonces su carrera, casándose en 1931 con Carmen García Covián, y siendo nombrado profesor ayudante de Fisiología y Bioquímica de la Facultad de Medicina de Madrid. En aquel momento el joven Ochoa trabó amistad con algunas de las personalidades intelectuales más notables de un Madrid culturalmente vivísimo, como Federico García Lorca o Salvador Dalí.
Esa notable Casa de las Flores merece también la atención de los cineastas y realizadores de televisión, como nos explica el Madrid Film Office: «El cruce entre las calles de Gaztambide y de Rodríguez San Pedro destaca por su heterogeneidad arquitectónica. De una sola dirección de circulación, con aparcamiento de vehículos a ambos lados y aceras arboladas, destacan los arcos trilobulares del edificio de la Universidad Pontificia de Salamanca. Como contrapunto, encontramos la denominada Casa de las Flores (actualmente centro de día para mayores), edificio representativo de la modernidad racionalista de los años 30 y las vanguardias contemporáneas, caracterizado por el ladrillo visto en sus cinco plantas y las balconadas con abundante vegetación».