En pleno año 1915, el Hotel Roma se preparaba para su gran inauguración, marcando así el inicio de una nueva era en la arquitectura de Madrid. Ubicado en el lugar donde una vez se alzó el antiguo Hotel Londres, este nuevo edificio se erigía majestuoso en la acera opuesta, listo para recibir a sus primeros huéspedes. Fue el 2 de octubre a las seis de la tarde cuando finalmente abrió sus puertas al público, dando inicio a una nueva etapa llena de lujo y comodidades para los visitantes de la capital.

El mobiliario del Hotel Roma fue encargado a la reconocida casa Manuel López, mientras que las cortinas, estores y visillos fueron provistos por la casa Rafael Rodríguez hermanos. El edificio se destacaba por su sobriedad en las formas y elegancia en el diseño, culminando en una cúpula adornada con el nombre del hotel en letras grandes y una estatua de la loba capitolina. Bajo esta imponente figura se encontraban las letras SPQR y el año en números romanos, MCMXV, añadiendo un toque de historia a la fachada del hotel.

Antes de la construcción de la Gran Vía, el Hotel Roma se erigía en una zona de gran prestigio, ocupando el lugar de un antiguo palacete donde solían hospedarse importantes figuras de la aristocracia. Con salones decorados con esmero y todas las comodidades de la época, este hotel destacaba por su lujo y servicio impecable. Sin embargo, con la llegada del proyecto de la Gran Vía, el antiguo edificio fue condenado a la demolición, dando paso a la construcción de una nueva joya arquitectónica que perduraría en el tiempo.

A lo largo de los años, el Hotel Roma experimentó diversos cambios, pasando de ser un lujoso hotel a convertirse en una sede bancaria y luego en la Consejería de Justicia. A pesar de las transformaciones, la estatua de la loba capitolina volvió a su lugar en la cúpula del edificio, recordando a todos los transeúntes la historia y el esplendor que una vez caracterizó a este emblemático lugar. Aunque el paso del tiempo haya dejado su huella en el Hotel Roma, su legado perdura, recordando a todos los que lo observan la grandeza de su pasado.